El término fósil se utiliza para designar cualquier resto de organismo, o vestigio de sus huellas o actividades, que demuestre la existencia de un ser vivo que existió hace más de 10.000 años.

    Los seres vivos descienden de otro ser al cual se parecen, nacen, se desarrollan, dan origen a otros seres vivos semejantes a él y mueren. Los restos de algunos de esos seres, en circunstancias muy especiales, se convierten en FÓSILES. Los paleontólogos son los profesionales que los estudian y clasifican. Los aficionados a la Paleontología los recolectamos, identificamos y coleccionamos. Soy uno de esos coleccionistas de FÓSILES.

    De igual forma que un amante de los sellos, un filatélico, los puede ordenar por temas, por épocas  o por países, un coleccionista de fósiles podrá mostrar sus piezas agrupadas en pisos geológicos, por yacimientos, por el hábitat o por familias.

    Como sucede con cualquier tipo de colección, las piezas tienen un valor monetario, que generalmente depende del interés del comprador en hacerse con la pieza y del vendedor en deshacerse de ella. Pero en el caso de los fósiles (al igual que sucede con piezas de arqueología), según la ley vigente son patrimonio nacional, por lo que se necesita un permiso para las transacciones comerciales. He visto en algunas ferias de “Minerales y Fósiles” anunciar la venta de fósiles a 3.000 euros la pieza. Claro está que se referían a fósiles de dinosaurios, más concretamente a huevos procedentes de China. Nunca he vendido ninguna de las piezas de mi colección, aunque si he realizado intercambio con ellas.

      Mi afición a coleccionar fósiles surgió hace 13 años, aunque tenía dos ammonites   desde que hice una excursión por la Sierra cordobesa, en los tiempos de Laboral. En el huerto que cultivo en el norte burgalés comencé a recoger piedras con formas poco corrientes que pronto identifiqué con fósiles, ya que se parecían a caracoles y a conchas marinas. La curiosidad hizo mella en mi espíritu y adquirí algún libro especializado en Fósiles, pero me sirvieron de poco ya que todos los fósiles que comparaba con las fotografías del libro me parecían iguales. En ese momento tuve la suerte de encontrar a Ioseba, un aficionado que llevaba muchos años estudiando los fósiles que recolectaba en la localidad de La Arboleda, zona minera del hierro que dio fama a Bizkaia. Él me inició en la aventura de la evolución de la vida sobre la Tierra a través de los fósiles.

   Imaginaros una pluma estilográfica muy bonita pero de la que se desconoce la procedencia, la marca y el año de fabricación. Estéticamente puede que luzca en una exposición, pero le restará “valor” la ausencia de datos como los señalados. Lo mismo sucede con un fósil del que se desconoce el piso geológico donde fue encontrado. Sin este dato será muy difícil, prácticamente imposible, su identificación, conocer a qué Clase, Orden, Familia, Género o Especie pertenece. Para determinar el piso geológico tendremos que disponer de mapas geológicos, los cuales los edita el IGME (Instituto Geológico y Minero de España) con los datos que le llegan de todas prospecciones geológicas.

     Si sobre la Tierra (y en sus mares) han vivido miles de millones de especies, unos pocos millones de ellos se habrán convertido en fósiles. En mi BD tengo registradas 2.550 especies de fósiles, de los cuales 780 forman parte de mi colección y sólo en 570 he conseguido localizar el Género al que pertenecen. Los hay de todos los tamaños, desde pocos mm. hasta 200 mm. Si tenemos en cuenta que los fósiles son restos mineralizados, es decir piedras, imaginaros el peso y el espacio que ocupa una colección de este tipo. Mi mujer lo soporta (como otras manías mías) porque la mayor parte lo tengo guardado en una caseta de aperos de labranza en la finca de Burgos.

    Los principales yacimientos donde he recolectado las piezas que manejo pertenecen al norte de Burgos, principalmente mi huerta y fincas vecinales, costa de Bizkaia y Cantabria, Caravaca de la Cruz, Águilas en Murcia y varios lugares del levante almeriense, como Cuevas de Almanzora (restos de ballenas), Vera y Pulpí.  

      Durante 9 años parte de mi colección ha estado expuesta en El Karpin, Parque Temático ubicado en Karrantza (Bizkaia). Expuestas en 12 urnas, se complementaban con una colección de carteles murales que relatan la historia geológica del País Vasco a través de los fósiles.

    El coleccionar fósiles me ha permitido aprender, tener una nueva visión sobre el origen y desarrollo de la VIDA sobre la Tierra y sobre todo relacionarme con otros aficionados de todo el territorio nacional. Sin contar el intercambio de opiniones con todos aquellos que visitan las exposiciones temporales que organizo de vez en cuando. De las que recuerdo, Bilbao, Berango, Zalla, Leioa, Basauri, Sopuerta y Plentzia en Bizkaia; Espinosa de los Monteros, Montija y Villarcayo en Burgos; e incluso en Vera (Almería), como aspecto cultural en los Juegos del Mediterráneo.

      Si alguien, después de leer este artículo, está interesado en el fascinante mundo de los Fósiles puede adquirir más datos desde www.paleoamigos.es la web que pronto saldrá a la luz púiblica. Y el que desee acompañarme al campo, a recolectar fósiles, sólo tiene que proponerlo.

   Un saludo de Iñaki.  

Escrito por el 05/05/2013 a las 09:31

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