Hola, muchacho:
Este relato sólo pretende entretener. La historia que cuenta ha resistido intacta a la presión del olvido.

LA PARÁBOLA DEL DORMILÓN

Es una tarde con frescura de otoño y olor a niebla templada. El recreo vespertino ha terminado. El salón de estudio del colegio S. Alberto se llena de silencios y ruidos tolerables: páginas que se vuelcan para ser leídas, bolígrafos que patinan por lo blanco, gomas de borrar que desafinan, tachaduras que niegan lo que ocultan…

Son estudiantes de primero de Ingeniería Técnica, legitimados por el título de Oficialía Industrial que luce en sus curriculums. Aunque la sesión de estudio es obligatoria todos asisten sin someterse a ningún control. Se les supone suficiente madurez y se les concede cierta autonomía en la gestión de sus deberes. No obstante, de vez en cuando aparece un dominico para justificar su oficio y comprobar que todo está en orden.

Ésta habría sido una sesión de estudio normal si no se hubieran dado dos circunstancias
concurrentes. La primera, que el compañero del pupitre vecino al mío se ha quedado dormido
con la cabeza acostada en el tablero. La segunda, que el mismísimo rector, fray Cándido Aniz,
realiza a esa hora una visita por sorpresa al colegio y, más concretamente, a nuestra sala de
estudio.

La secuencia es ésta:

   Hay diez hileras de pupitres orientados de espaldas a la puerta. Puerta por la que aparece la figura imponente de fray Cándido, envuelta en impecable hábito de la Orden de Predicadores compuesto de túnica de color marfil, capilla con capucha (esclavina) negra, escapulario, rosario de 15 misterios sujeto al cinto y capa de color negro que se balancea solemne en modo procesión. Sus manos, supuestamente unidas bajo la esclavina, dan una pista del carácter informal de su visita.

Su presencia se va notando de forma progresiva a medida que sobrepasa cada fila de pupitres. A veces se detiene ante uno y se interesa por la tarea que desarrolla su ocupante: reacciones químicas, dibujo técnico, trigonometría, las leyes de la termodinámica… Y se complace ante el respeto y el culto al estudio que se profesa en este pequeño templo del conocimiento. “Esto funciona”, lleva escrito en su semblante.

Semblante que se congela cuando alcanza mi posición y descubre al estudiante que no estudia y que sestea. El rector se convierte en estatua de sí mismo. Los estudiantes abandonan sus quehaceres y atienden expectantes a la situación sobrevenida. El tiempo se detiene a la espera de un discurso, un juicio, una sanción.

El padre Cándido ocupa el centro del teatro. ¡Qué oportunidad para colgar en aquel ambiente el mensaje, la lección que le inspira aquella escena! Pero no es momento de sermones u homilías.

Se toma un tiempo. Su mirada cae sobre mi mesa y descubre que está ocupada en la
representación gráfica de una función de segundo grado, la representación de una parábola.
¡UNA PARÁBOLA!. Mira de nuevo al dormilón…

Con paso ceremonioso y gesto medido, reanuda su desfile hacia el fondo de la sala. A medida que avanza va componiendo y callando un guión. El argumento es parecido al del cuento de la cigarra y las hormigas, solo que en este caso, la cigarra ni siquiera canta.

Cuando intuye que su planteamiento ha llegado al público, vuelve sobre sus pasos e inicia el regreso hacia el pupitre del vago durmiente mientras sus ojos van sembrando dudas en el aire y su mente organiza el desenlace.

Está otra vez plantado ante el alumno pródigo. Es el momento cumbre de la obra. Se asegura de la complicidad del público. Cuidando de no despertarlo y en modo ritual, impone su mano sobre la cabeza del ausente y con voz solemne anuncia esta profecía: ¡YA DESPERTARÁS… !

Levanta la mirada, comprueba que la grada ha captado el mensaje, le dedica un gesto sutil de despedida, hace “mutis” por el foro… y desaparece.

La cigarra duerme…, las hormigas sueñan.

F I N
NOTA DEL CUENTISTA: Aquel montaje me impresionó. No se puede sugerir tanto con tan poco. Y aquella frase me ha perseguido siempre. A veces, todavía me la repite el tipo del otro lado del espejo. Espero que no lo haga esta noche por haberme entretenido en esto o por tratar de entretenerte a t?.

Escrito por Romualdo Estévez Cabello el 24/06/2020 a las 02:10

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