El lado verde de la Navidad

 









 

El único icono navideño mundial es una conífera triangular y puntiaguda que para los druidas simbolizaba la fecundidad y en el Japón de hoy representa el amor por los niños. Buceamos en el origen y el futuro de este invento germánico, 100% ecológico, que no conoce fronteras. TEXTO: LEONOR HERMOSO.

 





El árbol de Navidad nació en Alemania, aunque tiene su precedente en creencias antiguas de diversos pueblos-egipcios, romanos, celtas, vikingos…- que relacionaban las plantas perennes con la protección, con la salud y con la continuidad de la vida tras el duro invierno.

Los historiadores afirman que “el árbol de Navidad es la evolución de una combinación única: ‘la luz de Navidad’ -una pirámide de paja o lana, coronada con una rama verde, que se ponía en los países nórdicos como altar por el nacimiento del Niño Dios- unida al normando ‘árbol del edén’ – un arbusto decolorado con manzanas para recordar la necesidad de no caer en la tentación-“, explica Berned Brunner, autor del libro Inventing the Christmas Tree.

Dos leyendas nos remontan a los orígenes de estas festividad, una atribuida a San Bonifacio (680-754), el apóstol de los germanos, y otra reformista Lutero. Las primeras referencias escritas y documentadas nos llegan desde la Alemania del siglo XVII; de allí pasaron, por los colonos germanos, a EE.UU. donde, debido al puritanismo imperante que veía la Navidad como una época de reflexión y recogimiento, no de fiesta-, estuvieron prohibidos por ley hasta el siglo XIX. En 1946, la reina Victoria da un apoyo crucial a esta costumbre festiva- su marido, el principe Albert, alemán-.

La popular soberana británica fue retratada con sus hijos alrededor de un alegre abeto navideño en Buckingham Palace. Pocos años después Franklin Pierce, decimocuarto presidente de EE.UU., colocó el primer árbol de Navidad en la Casa Blanca, marcando la consolidación de una de las tradiciones más arraigadas de ese país hoy día (no en vano, Nueva York es conocida como capital del árbol de Navidad). De ahí se extendió a otros países como España, donde llegó en 1870 gracias a Sofia Troubetzkoy, una excuñada de Napoleón. Hoy este símbolo, que ya ha trascendido lo meramente religioso, es interpretado por muchos filósofos como un reflejo de la necesidad del género humano de interactuar con la naturaleza.






La empresa de Thomas Edison inventó las primeras luces eléctricas navideñas.


Pero, ¿Por qué un pino? Porque es un árbol de hoja perenne y existía en abundancia en los bosques alemanes. Hay un cuento tradicional alemán, Los tres árboles, que explica como un ángel eligió un abeto como árbol navideño frente al olivo y a la palmera. De entre todas las variedades, la picea noruega es el árbol navideño europeo por excelencia “y también el más económico, aunque algo delicado; para que dure bonito hay que mantenerlo lejos de la calefacción y regarlo con un litro de agua al día”, explica Albert Gallifa, presidente de la Asociación productores de Árboles de Navidad en nuestro país. También son populares otras especies como el abeto de Normandía (sobre todo en Reino Unido) y el Fraser (abies fraseri), el top de los árboles de Navidad porque es grande, de tonos verdesbrillantes, no pincha y en sus ramas es muy fácil colocar las figuritas. Hoy por hoy el 98 % de los árboles navideños se cultiva en viveros o en granjas. En Europa se suelen usar árboles con raíz, lo que encarece tanto el precio del ejemplar como el transporte.

En EE.UU., sin embargo, están acostumbrados a ejemplares de más de ocho años, enormes sin raíz y con un tronco generoso. Aunque aún se permite su tala en algunos parajes controlados, la mayoría de los norteamericanos prefieren comprarlos. Para abastecer la demanda, existen grandes extensiones de bosques dedicados al cultivo de estos árboles. Una actividad que exige la plantación anual de 77 millones de árboles y que da trabajo a 100.000 personas.





En la época dorada de estas granjas navideñas, en los años 80, hasta se utilizaban helicópteros para trasladar rápidamente los abetos de la granja a la ciudad. Tras el gigante norteamericano vienen los países de Canadá, Dinamarca y Alemania. En España, Cataluña es el primer productor de árboles de Navidad; y la cita más importante del sector, la Feria del Abeto, se celebra cada principio de diciembre en Espinelves (Girona).

Y, una vez utilizados, ¿dónde van a parar estas coníferas? Hay empresas que alquilan árboles en maceta, y después de Reyes los retiran y los replantan. De los comprados, si tienen cepellón (un poco de tierra para volver a plantarlos) muchos ayuntamientos y asociaciones se encargan de su replantación, aunque la recuperación es un proceso difícil. Los que están talados se utilizan para fines varios: hacer compost, algunos van a la industria maderera, incluso, en EE.UU., “hay zoos que los adquieren para alimentar a los osos polares y a los elefantes, pues son ricos en vitaminas C”, cuenta Bernd Brunner. Pero si hay una tradición que ha contribuido a extender la costumbre de colocar un árbol por Navidad, es el ritual de su decoración. Las primeras ilustraciones de árboles navideños datan del siglo XVII, y al estar adornados con nueces, manzanas y galletas de jengibre o mazapán se tiene la certeza de que engalanaban casas de personas pudientes, pues en la Europa de ese tiempo aquellas eran ‘golosinas’ difíciles de conseguir.





De ahí nace una de las leyendas más bonitas que giran en torno al árbol: un pobre vidriero de Turingia (Alemania), que no podia permitirse comprar nueces ni manzanas, adornó su árbol con esferas de vidrio soplado que el mismo pintó de diferentes colores… Y así nacieron las icónicas bolas de Navidad. Varios siglos después las tendencias decorativas más actuales pasan por la “vuelta a las típicas navidades nórdicas, con bolas de cristal transparentes , de porcelana vintage con relieves imitando al ganchillo o de biscuit “, señala Cristina Garcia, responsable de Visual Merchandising de Sia, empresa especializada en decoración de Navidad.




 

Los norteamericanos añadieron al árbol palomitas de maíz pintadas y frambuesas naturales colgadas de las ramas, algo que se ha vuelto a reivindicar en las ultimas ferias navideñas: “Lo más fashion es adornar los árboles con flores y bayas naturales, eso sí, huyendo de las típicas flores de Pascua e introduciendo orquídeas, rosas, amariles…”, apunta Cristina Garcia.

En el mundo del adorno no solo hay tendencias (el referente lo marca La feria Christmasworld, la mayoría del mundo, que se celebra cada mes de enero en Frankfurt), sino también técnicas: “El peor error es colocar los adornos de forma simétrica, pues convertimos algo tan personal como el árbol navideño de un abeto en serie. La moda marca evitar todo aquello que desdibuje el contorno de nuestro árbol: el espumillón-según muchas leyendas nórdicas, el pelo de los ángeles atrapado en el árbol – y la estrella o ángel de la punta”, añade la experta. Aunque sin duda, lo mas in es lo que los interioristas llaman vuelta al jardín; es decir, ubicar nuestro árbol en un entorno más natural y público: en el jardín en el patio, en una ventana o en el balcón. Porque, al fin y al cabo, nuestro abeto habla de Navidad, un sentimiento que nace en el corazón de cada persona y que resulta mágico porque la simple imagen de un árbol bien decorado llena de alegría los corazones de los demás.






 

Os deseo a todos y a vuestras familias unas Felices Fiestas Navideñas 2014.



 

Pedro Flores.

Escrito por Pedro Flores de la Huerga el 16/11/2014 a las 20:05

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