Ya estamos en San Rafael, me parece que en 2-B, debo pedir, si algún compañero que lea éste relato y me pueda aclarar alguna situación, que haga el favor de decírmelo, digamos, enviándome un correo, mi dirección es  jose-villaviciosa@hotmail.es y ortega.villaviciosa@gmail.com

Bien, miramos y nos sentimos observados por los demás “auleros” que están en sus pupitres, no conozco a nadie como es de suponer, hasta la entonación es diferente, hay algunos que hablan muy fino, otros tienen un deje, al tiempo me dicen que son de Madrid,  Canarias,  Asturias,  Bilbao, Jaén, Granada, y  tres los de Córdoba, todos los idiomas.

  Salíamos a izar el lunes y el sábado arriar las banderas de España, requeté y la otra no me alcanza la memoria.

Un chico  que no recuerdo su nombre, lo que si me viene a la memoria que en una de las primeras clases de Formación del Espíritu Nacional, con el Sr. Ortega, (el “Tuerto”, que bien pudo ser por la  guerra su ojo averiado) por la novedad nos preguntaba de donde veníamos, que hacían nuestros padres y demás, éste chico, me parece, era hijo de una señorita de servicio de la UNI, viuda, ahora que caigo, ninguno de los tres estaban vivos nuestros padres, o ¿estaban separados sus padres?, la cosa es que éste chico, no pudo contestarle, empezó a llorar y no le salían las palabras, entonces fue la primera vez que oí aquella célebre frase de éste profesor, “¿De Córdoba?, siéntate”.

Los otros eran,  Antonio Muñoz Varo y yo, Varo vive en  la Huerta de la Reina y yo en Fray Albino, una mañana nos llevan a los sótanos, al departamento de Ropa para darnos el uniforme, el mono para el taller, la ropa de los domingos, chándal, zapatillas de deportes “La Tórtola”, meyba azul y camiseta de tirantes roja de canutillo, ¡ah!, y las botas para uso diario, tipo de una de la que vendía  Calzados Segarra, otro calzado  eran los “Gorilas”, en zapato, serían para los domingos y fiestas de guardar, por eso apunto que si alguien recuerda, que me lo diga, con estos zapatos venía de regalo una pelota, tipo tenis, que recuerde no la "pillamos", ahora, desde aquí,  debo darle las gracias a aquel fraile que iba preguntando por el número del pie, cuando le dije el mío, me dió un número  menos, y al estar mas encogidos los dedos, en tiempo de crecimiento así los tengo, montados unos encima de otros, en aquellos tiempos cualquiera protestaba.

Una vez acabado el pasillo de las aulas, había un rellano, tipo salón, grande, en el cual en la parte izquierda estaba la Peluquería, a la cual acudían por turnos, al frente la salida porticada para salir a la calle, a un primer campo de fútbol, que estaba de piedras y chinos que no veas, con sus matas a los lados de “majoletas”,  y los talleres Prevocacionales.

  Al mediodía, hora del almuerzo, pasábamos por delante de la peluquería, para ir a los comedores, en dos filas de dos y me parece que íbamos hasta cogidos de las manos, el fraile y el hermano de turno, medio de las filas para ver quien se propasaba, hablando, riendo para recibir el oportuno castigo por lo que las filas íbamos callados, y sin mirar ni "pa" tras, pudo ser aquí o en Juan de Mena, uno de los internos, “cloqueó”, y estuvo dos días por el medio de las filas haciendo la gallina, en tiempo de ir y volver a comer, allí se juntaba S. Rafael, Juan de Mena, Gran Capitán, Luis de Góngora, San Alberto, estaba el salón de cine y teatro, bueno de cualquier evento masivo, la comida estaba servida por señoritas, al tiempo los mismos alumnos hacían de servidores, yo estuve un tiempo haciéndolo, te juntabas con tu grupito y se hacía mas amena el trasegar aquellas comidas, que algunas veces dejaba que desear, platos de “duralex”, jarras de agua y vasos tipo tubo de aluminio azulito, con muescas tipo uñas, que en la foto son de otro color. 

Una vez acabado el almuerzo, teníamos ese tiempo de recreo, y al acabar, vuelta al  aula, clase, Química con el Sr. Pantaleón, una hora, al cabo de la cual llegaba el ujier, aquel del pelo rizado, con su eterna sonrisa en la cara, “la hora Sr. profesor”, este ordenanza vivía en el Sector Sur, tenía familia numerosa y rifaba “muñecas” en el colegio, para sacar una pesetillas que le aliviaran el sueldo, así le pusieron el mote, “Muñequitas”.

Apareció por allí un hombre con un carrito, vendiendo chucherías, que mas tarde medio pone una tienda, por detrás de las vallas que nos separaban de la vía del tren hasta que se lo prohibieron los frailes, a media tarde una nueva salida al exterior, merienda, media barra de pan y una jícara de chocolate, si aquella masa oscura se podía decir que era, Virgen de la Cabeza, duro como la piedra, como la cuesta que hay para subir al Santuario y que yo he subido en bici de carretera.

Tocada de silbato y otra vez dentro, Buenas Costumbres, la daba un fraile de lo mejor que había parido madre, ¿?, te enseñaba a comer decentemente, bueno es que casi nadie , casi, sabía manejar el cuchillo y tenedor,  para la manzana, naranja y toda fruta que se preciase, como no podía poner filete, ni chuleta, ni pollo, te decía como había que hacerlo, una clase interesante, lo mismo que aquella del Sr. Plutarco Marshall Vancellés, ¿?, no había problema, no suspendía a nadie y ahora que lo nombre, ¿Cómo era su asignatura?, algo así como vivir mejor ¿?.

Daban, podían ser las seis, a coger el autocar y rumbo a las casas yo  me quedaba en la Puerta del Puente, (Triunfo), atravesaba el Puente Romano y  a mi calle, casi todavía quedaba un ratito para jugar con los vecinos, Juan José, Pepin del 2,  el del 21, el del 32, echábamos una partida a las bolas, o al trompo,  jajajaj, cuando se le caía alguna púa a uno de ellos, la de garbancito, o pincho,  buscábamos “cagajones”, para que se ajustara, alguna que otra vez  era la hora de que el “tuerto” de la calle Macian Pérez, se diese una vuelta y quitarte alguna bola, se sacaba el ojo de cristal, la metía dentro y claro, cualquiera la encontraba, hasta que nos dimos cuenta y ya se acabó, dejó de venir.

Otras, del cerro, bajaban una pandilla de chavales, siete u ocho, para pelear a pedradas con nosotros, tejas rotas, chichón al canto, riña de los padres, como era problemático aquí en la calle, íbamos a terrenos del Sector Sur, que todavía no estaba nada construido, solo campo y alguna huerta por encima del venero,  mas tarde me llamaban ¡Joselín!, mi abuela, ¡venga a comer, lávate las manos, que sepa dios que habrás tocado!, una buena tortilla de patatas, vaso de leche de cabra, que las ordeñaban por las calles, beso de buenas noches y a dormir, que las ocho estaban aquí ya mismo.
Joselín, se iba quedando dormido, después del “Con Dios me acuesto….”.

Ya no hago esa oración, bueno hace tiempo, mucho tiempo, no por ello, no dejo de hablar y alguna que otra vez reñir con Jesús, cuando rodando con mi grupo de “bici”, bien cuando me adelanto o me descuelgo, hablo con EL, me es mas asequible y sé que estuvo aquí, quedó en mi corazón, donde anidan las buenas obras, el que hace sentirte a gusto, su voz, está mezclada en la atmósfera, con la de mi padre, con la de mi madre, mis abuelos, la de mi primera Tere,  en esa amalgama que dicen y suponen debe de existir ahí arriba, pero cada una diferenciada, ya no hago esa oración, “No se lleva”, como no se llevan tantas y tantas cosas, que a los de mi “quinta” nos enseñaron, y sirvieron para ser personas.

En fin, esa es otra historia, que puede que alguna vez la pase al teclado, como ahora estoy llevando, aparte de ésta, mis Recuerdos, no digo memorias, por que tengo solo una, pero Recuerdos, muchos.
 
Un abrazo desde la ciudad de la Mezquita, Ortega  

Escrito por Jóse Ortega Sánchez el 04/07/2013 a las 20:50

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Comentarios (1)

  • 07-07-2013 a las 20:41 #1

    Santiago

    Martín Castellano

    foto de Santiago Martín Castellano

    Buenas tardes Ortega.

    Esta bien, esta bien. Vaya pedazo de memoria que conservas aún

    Yo era más joven y creo que por entonces ya había otra operativa diferente a la que narras. ¿ No recuerdas la otra Bandera? ¿ Cúal había de ser? Seguro que la de la Falange y las JONS.

    ¿ Cómo andáis de Calor? Creo que excelente.

    Un abrazo Santiago