... aunque nacido en Brazatortas (C. Real), es de Córdoba y se llama Antonio Gala ¡suficiente!... La gente se le acerca y los intelectuales le admiran, por lo que ha trabajado y trabaja intensamente, por la cultura con mayúscula. El apellido Gala, que ya disponía de saldo en el haber del prestigio, ha incrementado su cuenta con la impresionante obra escrita que aporta, el dramaturgo, poeta, columnista y novelista.
Un día después de cerrar con brillantez Cosmopoética(1), don Antonio, el genio cordobés, nos obsequió con tres cuartos de hora de ingenio y verbo “galasiano”, en una entrevista que tuvimos el placer de realizarle, y que resultó tan entrañable como agradable. Su predisposición y afabilidad, propició un rato inolvidable.
Nuestra impresión, a bote pronto, es que encontramos a nuestro paisano, al personaje en cuestión, sorprendentemente relajado y con un aspecto físico inmejorable, teniendo en cuenta la intensa actividad que desarrolla, y lo que es más importante, con la “despensa” repleta de fuerza vital...
Le entrevistamos en la sede de su Fundación en Córdoba, lugar en el que nos tenía citados previamente, desde su retiro de “La Baltasara”. En concreto, fue el día veinte y uno de Abril (de 2008) a las doce en punto.
A la hora prevista, su secretario el señor Luís Cárdenas nos saludó y condujo hasta el primer piso, donde se encuentra el despacho del escritor; tres segundos después aparecía risueño el señor Gala, andando con la prestancia de un torero, con el porte de un califa noble... Nos saludó cordialmente y seguidamente, utilizando los ojos y la palabra, abrió la tanda de preguntas y respuestas, con la frase: ¿empezamos?...
P-La idea de la Fundación, (“Fundación Antonio Gala”) dedicada a jóvenes creadores, pensamos que es muy original y una rareza, dentro de los objetivos de las fundaciones en general, digamos que poco frecuente. Y su ubicación, por otra parte, es de lo más adecuada.
A.G. Sí, es raro; gracias a Dios están pidiéndome los textos de la fundación y la ideología, de muchas ciudades europeas para hacerlo. Y en cuanto al lugar, es muy bonito y acogedor.
P. Hacer poesía, sin vivir con poesía ¿no es un contrasentido?
A.G.- Yo no creo que sea vivir con poesía. La poesía vital es una actitud de mirar la vida, de una manera especial, de una manera amorosa y condescendiente y compresiva y fraternal. Es muy difícil escribir buena poesía, si se es duro de corazón. Porque, si hay alguna forma literaria que necesite de la inspiración y del corazón a la vez, es la poesía. Hay gente que dice: no, la inspiración no existe, existe la transpiración, es decir, trabajar y sudar ... en la poesía no, la poesía hay que tener buen oído, porque se te está diciendo y tu tienes que tener oído fino, para oír lo que se te está diciendo y oído armónico para la música que tiene que tener eso que se te dice y transcribirlo lo más literalmente posible, porque tiene que emocionar y tiene que ser clara, porque poesía y profecía, tienen la misma raíz y una profecía que no se entienda, no sirve para nada y una poesía que no se sienta, no sirve para nada.
P. Si realizamos poesía, observando con obsesiva rigurosidad, la métrica ¿no podemos dañar la espontaneidad y frescura del verso?, ¿o es una técnica que les resulta fácil a los buenos poetas?
A.G. Ya, pero es una especie de don, más que técnica, es don; yo tengo un libro de sonetos, “Sonetos de la Zubia”, y no he hecho más esfuerzo que con otro libro de poemas, que no tenga rima, lo esencial es la música, no puede de ninguna manera, carecer de ritmo lo que se está diciendo, y ser poesía.
P. Supongo que “El poema de Tobías desangelado” tiene esa música, o al menos, así lo percibo.
A.G. Sí claro, es que la poesía sin música no se comprende. Es el arte más musical. Cuando Platón resume la creación, le llama “poyesis” que en griego es “hacer” y para los poetas: el momento sublime de crear versos. Es decir, es como un líquido que dependiendo del recipiente en que se vierte, toma una forma u otra, pero el contenido tiene que ser el mismo, eso está muy claro. La poesía es la más alta de las formas literarias, precisamente porque está colindando con la música.
P. Tengo entendido que escribe con pluma estilográfica y que precisa de muy pocas correcciones, ¿es así?
A.G. El salto tecnológico, más grande que he dado, ha sido pasar de la pluma estilográfica al rotulador y todavía tengo complejo de adulterio, porque la mujer legítima –sonríe- era la pluma y ahora trabajo con rotulador, porque a veces te manchabas y el rotulador es más veloz en ese sentido; escribo a mano absolutamente y con una letra mínima; me gustaría que viera un texto, porque es verdaderamente limpio y con muy pocas correcciones. La última novela tiene quinientas sesenta páginas y está escrita a mano en ciento quince holandesas, en un libro, por un lado sólo y hago las correcciones en otro color -escribo en negro siempre- y corrijo en verde.
P. En una entrevista que le realizó Rosa Luque, dice usted que Ricardo Molina, era "oficialmente” el representante más culto del grupo “Cántico”; ¿era entonces el más preparado culturalmente?
A.G. Ricardo tenía estudios graduados, es decir, tenía la carrera de Filosofía y Letras y una cultura de carácter casi prenatal, la cultura poética de Pablo García Baena. Sí, era el culto de estudios oficializados... A mí era el que mejor me entendía. Hay que tener en cuenta que yo era más joven que ellos y me sacaban, como yo puedo sacar a mis perrillos a hacer pipí..., por eso, no hablaban mucho, delante de mí, de una manera técnica, de lo que en esa época, estaban trabajando.
P. Esas vivencias ¿propician muchos años después, el nacimiento de esta Fundación?
A.G. Es por lo que nace la fundación, porque yo decía: en el grupo“Cántico” hay escritores, pero también hay músicos y también hay pintores y también hay orfebres... entonces, si cada uno hablara de lo suyo se enriquecerían más, no los escritores con los escritores, no, no, todos juntos. Como si hubiese una especie de comunidad pitagórica, en la que se produjese una fecundación cruzada, en la que yo me pueda montar en los hombros de otro y ver el campo más grande, un campo de visión más amplia... y ese otro, se puede montar encima de mi y multiplicar, aún más, lo que yo veo... y luego lo podemos comentar, esa es la razón de esta fundación.
P. ¿Por qué no se gusta...?, según ha sugerido en una entrevista.
A.G. No sólo no me gusto de forma, aunque procuro perfeccionarme, pero me aburro, me aburro a mi mismo...
P. Pues no lo aparenta...
A.G. Porque tengo sentido del humor, yo era el simpático de la casa y mi hermana y mis dos hermanos eran los bellos... Cuando venían visitas a casa decían: ¡María de la Adoración, pero que hijos tienes, que bellezones!... yo sabía todo lo que iba a pasar y lo que iban a comentar; iban bajando por las escaleras y al llegar a mí decían: ... bueno, este es mono también... y ese “también”..., nadie sabe, el daño que le puede hacer a un niño el adverbio... ( ríe con nostalgia), porque yo era gordito y simpático y ellos eran esbeltos, altísimos con 1,90 y yo me he quedado en 1,75...
P. ¿Le gusta la soledad?
A.G. Yo he sido muy protector y muy solitario. Las primaveras y los otoños, siempre los paso en Madrid, pero tengo que salir mucho a las universidades extranjeras. Los inviernos y los veranos estoy en la “La Baltasara”, una finca en Alhaurín el Grande. Allí estoy solo, con los perrillos y el secretario, no salgo para nada.
P. ¿Cuántos perritos tiene actualmente?
A.G. Actualmente tengo tres, siempre tengo tres, porque la muerte de un perro único es un golpe muy duro. El último es de una raza que no estaba reconocida internacionalmente y que, justo cuando yo lo recibí, se reconoció. Es el “bodeguero andaluz” y se llama “Mambrú”, que no se fue a la guerra..., sino que trajo la guerra... es listo, muy listo; juega mucho con sus dos compañeros –Ariel y Rampín- y también se divierte asustándolos, se adelanta cuando salen a pasear, y se esconde, detrás de un árbol o de lo que sea y cuando pasan, les sale al paso incomodándoles...
Muchas gracias señor Gala. Córdoba no es solamente un vestigio, sino un corazón milenario, que le recuerda constantemente, desde esa supuesta indolencia, que no es tal, sino una forma de pensar, callada, culta y nostálgica, resultado de una acumulación cultural, que ha dejado un poso, en cierto modo subliminal, que nos hace ser así y no de otra forma, porque asumimos inconscientemente, un liderazgo, no buscado, ejercido durante un periodo amplio e importante de su historia.
P. Hacer poesía, sin vivir con poesía ¿no es un contrasentido?
A.G.- Yo no creo que sea vivir con poesía. La poesía vital es una actitud de mirar la vida, de una manera especial, de una manera amorosa y condescendiente y compresiva y fraternal. Es muy difícil escribir buena poesía, si se es duro de corazón. Porque, si hay alguna forma literaria que necesite de la inspiración y del corazón a la vez, es la poesía. Hay gente que dice: no, la inspiración no existe, existe la transpiración, es decir, trabajar y sudar ... en la poesía no, la poesía hay que tener buen oído, porque se te está diciendo y tu tienes que tener oído fino, para oír lo que se te está diciendo y oído armónico para la música que tiene que tener eso que se te dice y transcribirlo lo más literalmente posible, porque tiene que emocionar y tiene que ser clara, porque poesía y profecía, tienen la misma raíz y una profecía que no se entienda, no sirve para nada y una poesía que no se sienta, no sirve para nada.
P. Si realizamos poesía, observando con obsesiva rigurosidad, la métrica ¿no podemos dañar la espontaneidad y frescura del verso?, ¿o es una técnica que les resulta fácil a los buenos poetas?
A.G. Ya, pero es una especie de don, más que técnica, es don; yo tengo un libro de sonetos, “Sonetos de la Zubia”, y no he hecho más esfuerzo que con otro libro de poemas, que no tenga rima, lo esencial es la música, no puede de ninguna manera, carecer de ritmo lo que se está diciendo, y ser poesía.
P. Supongo que “El poema de Tobías desangelado” tiene esa música, o al menos, así lo percibo.
A.G. Sí claro, es que la poesía sin música no se comprende. Es el arte más musical. Cuando Platón resume la creación, le llama “poyesis” que en griego es “hacer” y para los poetas: el momento sublime de crear versos. Es decir, es como un líquido que dependiendo del recipiente en que se vierte, toma una forma u otra, pero el contenido tiene que ser el mismo, eso está muy claro. La poesía es la más alta de las formas literarias, precisamente porque está colindando con la música.
P. Tengo entendido que escribe con pluma estilográfica y que precisa de muy pocas correcciones, ¿es así?
A.G. El salto tecnológico, más grande que he dado, ha sido pasar de la pluma estilográfica al rotulador y todavía tengo complejo de adulterio, porque la mujer legítima –sonríe- era la pluma y ahora trabajo con rotulador, porque a veces te manchabas y el rotulador es más veloz en ese sentido; escribo a mano absolutamente y con una letra mínima; me gustaría que viera un texto, porque es verdaderamente limpio y con muy pocas correcciones. La última novela tiene quinientas sesenta páginas y está escrita a mano en ciento quince holandesas, en un libro, por un lado sólo y hago las correcciones en otro color -escribo en negro siempre- y corrijo en verde.
P. En una entrevista que le realizó Rosa Luque, dice usted que Ricardo Molina, era "oficialmente” el representante más culto del grupo “Cántico”; ¿era entonces el más preparado culturalmente?
A.G. Ricardo tenía estudios graduados, es decir, tenía la carrera de Filosofía y Letras y una cultura de carácter casi prenatal, la cultura poética de Pablo García Baena. Sí, era el culto de estudios oficializados... A mí era el que mejor me entendía. Hay que tener en cuenta que yo era más joven que ellos y me sacaban, como yo puedo sacar a mis perrillos a hacer pipí..., por eso, no hablaban mucho, delante de mí, de una manera técnica, de lo que en esa época, estaban trabajando.
P. Esas vivencias ¿propician muchos años después, el nacimiento de esta Fundación?
A.G. Es por lo que nace la fundación, porque yo decía: en el grupo“Cántico” hay escritores, pero también hay músicos y también hay pintores y también hay orfebres... entonces, si cada uno hablara de lo suyo se enriquecerían más, no los escritores con los escritores, no, no, todos juntos. Como si hubiese una especie de comunidad pitagórica, en la que se produjese una fecundación cruzada, en la que yo me pueda montar en los hombros de otro y ver el campo más grande, un campo de visión más amplia... y ese otro, se puede montar encima de mi y multiplicar, aún más, lo que yo veo... y luego lo podemos comentar, esa es la razón de esta fundación.
P. ¿Por qué no se gusta...?, según ha sugerido en una entrevista.
A.G. No sólo no me gusto de forma, aunque procuro perfeccionarme, pero me aburro, me aburro a mi mismo...
P. Pues no lo aparenta...
A.G. Porque tengo sentido del humor, yo era el simpático de la casa y mi hermana y mis dos hermanos eran los bellos... Cuando venían visitas a casa decían: ¡María de la Adoración, pero que hijos tienes, que bellezones!... yo sabía todo lo que iba a pasar y lo que iban a comentar; iban bajando por las escaleras y al llegar a mí decían: ... bueno, este es mono también... y ese “también”..., nadie sabe, el daño que le puede hacer a un niño el adverbio... ( ríe con nostalgia), porque yo era gordito y simpático y ellos eran esbeltos, altísimos con 1,90 y yo me he quedado en 1,75...
P. ¿Le gusta la soledad?
A.G. Yo he sido muy protector y muy solitario. Las primaveras y los otoños, siempre los paso en Madrid, pero tengo que salir mucho a las universidades extranjeras. Los inviernos y los veranos estoy en la “La Baltasara”, una finca en Alhaurín el Grande. Allí estoy solo, con los perrillos y el secretario, no salgo para nada.
P. ¿Cuántos perritos tiene actualmente?
A.G. Actualmente tengo tres, siempre tengo tres, porque la muerte de un perro único es un golpe muy duro. El último es de una raza que no estaba reconocida internacionalmente y que, justo cuando yo lo recibí, se reconoció. Es el “bodeguero andaluz” y se llama “Mambrú”, que no se fue a la guerra..., sino que trajo la guerra... es listo, muy listo; juega mucho con sus dos compañeros –Ariel y Rampín- y también se divierte asustándolos, se adelanta cuando salen a pasear, y se esconde, detrás de un árbol o de lo que sea y cuando pasan, les sale al paso incomodándoles...
Muchas gracias señor Gala. Córdoba no es solamente un vestigio, sino un corazón milenario, que le recuerda constantemente, desde esa supuesta indolencia, que no es tal, sino una forma de pensar, callada, culta y nostálgica, resultado de una acumulación cultural, que ha dejado un poso, en cierto modo subliminal, que nos hace ser así y no de otra forma, porque asumimos inconscientemente, un liderazgo, no buscado, ejercido durante un periodo amplio e importante de su historia.
Francisco Bravo Antibón
(entrevista realizada a Antonio Gala en Abril de 2008)
(entrevista realizada a Antonio Gala en Abril de 2008)
(1).- "Cosmopoética" es el Festival Poético más importante de Europa que se celebra todos los años en Córdoba)
Escrito por el 07/02/2013 a las 18:29
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