Acompaño correo recibido de Manuel Estévez sobre el fallecimiento de Gonzalo Fernández de Córdoba

Estimados compañeros

Habiendo recibido la comunicación del próximos encuentro en Zamora, aprovecho la ocasión para comunicaros que hace relativamente poco tiempo ha fallecido en Córdoba, Gonzalo Fernández de Córdoba, alumno del año 1956, en el Colegio Luis de Góngora y posterior San Alberto en donde hizo la carrera de perito.
Pero para los de aquellas primera promociones, "Gonzalo" como se le conocía en toda la Universidad Laboral de Córdoba, era un compañero destacado por sus cualidades personales y atléticas.
La ficha lo dirá pero debió de nacer en el año 1941-42, y destacó en muchas actividades deportivas, citemos gimnasia, lanzamiento de peso, balonmano, y creo que de haberse llevado a cabo en aquellos tiempos una votación entre todos los alumnos, él como deportista hubiera obtenido la mejor votación.
Su muerte me la comunicó Angulo, que fuera compañero de él en el Colegio Luis de Góngora, y buen velocista y jugador de balonmano.
Os adjunto un pequeño artículo que publiqué en cuanto me enteré de su muerte y al igual que suelo hacer de todos aquellos compañeros que conocí.

Saludos.Un abrazo


La soga: La subida de la cuerda


POCOS LA SUBIERON COMO ÉL...

Hoy me he tropezado con Agudo, aquél veloz compañero que además de correr muy bien los cien metros lisos y los doscientos, jugaba de maravilla al balonmano en aquél importante equipo que formó el señor Omar, con Eulogio y Cazalla en la puerta, Gascón, Parejo Polo, Primitivo, Gonzalo, Fernández, Ruiz, Pipe, y Agudo o de la Haba.

Y hoy recordando aquellos tiempos en la Universidad Laboral, me ha dicho de que hace muy poco tiempo había muerto Gonzalo Fernández de Córdoba. aquél compañero que dejó una estela de campeón y amigos.

Esa noticia, me ha hecho recordar aquél año de 1958, cuando terminados los actos litúrgicos que se celebraron con motivo de la fiesta de la Inmaculada Concepción, pasamos la mayoría a las dependencias deportivas (gimnasio) para presenciar una exhibición de gimnasia artística que realizó un equipo del Colegio Luís de Góngora, liderado por Gonzalo Fernández de Córdoba. En aquel equipo formaban también parte, Cebrián, Popa, Luque y Fernández, y así hasta veinte compañeros más. Con su actuación dejaron a todo el mundo con la boca abierta ante la plasticidad y elegancia de sus sincronizados y hábiles ejercicios. El potro, el plinto, y las espalderas, fueron testigos quietos de los ejercicios que hicieron aquellos compañeros de 16 o 17 años de edad.

Pero de todos aquellos compañeros quiero recordar en especial a uno que se llamaba Gonzalo Fernández de Córdoba, que en aquellos tiempos era el compañero más completo que en temas de gimnasia, pudo haber por aquellos tiempos en la Universidad Laboral.

Y es que para muchos de nosotros era la primera vez que teníamos la oportunidad de ver unas instalaciones parecidas. Los ejercicios del potro, paralelas, espalderas, la barra vertical y la SOGA, nos hicieron ver como aquellos compañeros, con tremenda naturalidad, manejaban dichos aparatos.

La decepción y el tormento para la mayoría de los compañeros de mi aula XXVIII del Colegio Gran Capitán, fue cuando a la semana siguiente, el Sr. Omar, en la clase de Educación Física, nos llevó al “dichoso” gimnasio a hacer el ejercicio que llamaban “subir la soga”. Aquello fue todo un espectáculo del mejor cine de Berlanga. Salvo dos o tres, que la subieron más o menos dignamente, el resto hicimos una cantidad de “arabescos” y “extrañas” piruetas, que sin movernos prácticamente del suelo, pudimos “sufrir” y comprender lo difícil que era aquello. Unos creyendo que lo iban a hacer mejor, pegaban un “saltito” como para “sorprender” a la soga, el resultado era el mismo, quizás más patético aún, porque el “balanceo” era aún más lamentable.

Por orden de aparición en el “dialogo” voy a citar las recordadas evoluciones de algunos compañeros, en torno a aquella “fatídica” soga colgada del techo.

-Eulalio Vázquez, como en tantas cosas, se defendió bastante bien, aunque no de forma muy ortodoxa.

-Ortega Carmona, la subió con bastante naturalidad, gracias a que había ejercitado la técnica de “subir” según había confesado él.

-Luís Murall Vila, también se defendió

-Octavio Ruiz Capillas, también la subió aportando alguna modalidad nueva.

-Pons Catalá, aquél alto compañero de la provincia de Barcelona, que era un forofo de Camps, extremo izquierdo del Español, también logró subirla con mucho esfuerzo a pesar de su excesiva altura.

Y no seguimos el relato porque sería interminable.

-Salvo uno o dos más, el resto sufrimos lo indecible. Y casi todos estuvimos para el arrastre.

Hubo algún compañero, que hasta se hizo aguas involuntarias por las patas abajo. En nuestras vidas, jamás habíamos odiado más a una simple soga colgada del techo. ¡Con lo fácil que lo habían hecho los del Colegio Góngora! . La hora de Educación Física, se nos antojaba eterna, y todos queríamos que aunque fuera de “mentira” al Sr. Omar, responsable de aquel “calvario”, se lo llevara para adelante, el mismo canal que pasaba exactamente junto a las moredas.

La “terrible soga” que colgaba desafiante del techo, se nos quedó grabada en nuestro subconsciente para toda la vida, haciéndonos pasar el momento más “ridículo” de nuestro paso por la Universidad Laboral. Muchos de nosotros, cuando volvíamos de los campos de deportes para el Colegio, evitábamos a toda costa pasar cerca de la “soga”. Habrá gente que diga que podemos estar exagerando, pero no, quizás me quede corto. Hay que tener en cuenta que la mayoría, no habíamos visto un gimnasio en nuestra vida.

Recuerdo que el Padre Pérez, formó un grupo de voluntarios alrededor de él, para practicar y lograr subir la "soga". De esta forma, sábado a sábado y practicando mucho conseguimos al año siguiente lograr subir la "soga" con cierta dignidad. Al menos ese trago lo logramos superar, y entre ellos estuvimos Martín Vázquez, Torres Cabrera, Pintor Bermejo, Eulalio Vázquez, y un grupo más extenso de compañeros que ya no recuerdo sus nombres.

Recuerdo perfectamente que aquello de subir la "soga" también tenía su pequeña técnica, y nos convencieron que sabiéndola manejar con la juventud que teníamos todo se conseguía. Nunca olvidaré que por aquellos años (1960-1970), en el Cuartel de la Policía Armada, y en los cursos de preparación que daba un amable teniente, la prueba fundamental era precisamente el "subir la soga", y quiero recordar con satisfacción que un pariente político mío un tal Florencio "El Chapu" de la calle el Viento, se presentó a aquellos exámenes y no aprobó a pesar de las clases teóricas y prácticas que le dio Gonzalo Fernández de Córdoba, que aprovechando que su padre era el maestro de las primeras Escuela Parroquiales de San Lorenzo, (1955-1960), él era muy habitual por el barrio de San Lorenzo y un día, lo llevé al mismo Cuartel de la Policía Armada para que diera unas pocas lecciones prácticas y teóricas, eso era alrededor del año 1962.

Quiero traer el recuerdo del compañero Gonzalo Fernández de Córdoba, todo un ejemplo para aquella juventud que conseguimos estar en la Universidad Laboral, a pesar de que muchos le moleste, y para explicar aquello se limitan a decir: "ESO ERA ANTES", como si todos a la vez hubiésemos sido necios o tontos. Gonzalo Fernández de Córdoba, representó al joven gran estudioso y talentoso que además tenía unas cualidades innatas para el deporte y la gimnasia. Y tenemos que decir que junto a Eulogio López, Primitivo Terrón, Velasco Galiana, Felipe Esteban, Teodoro Pérez, "Viana", Fenollosa, Marqués Romero, Parejo Polo, Antonio Ibáñez, Julio García, Torres Cabrera, Vázquez Yagüe, Pedro Valcácer, Carreño, Babarin, Juan Villén, etc. que además de buenos estudiantes, fueron unos formidables competidores en los distintos deportes y pruebas de atletismo que se dieron en la Universidad.

Pero si se hubiera hecho una votación popular entre todos los alumnos de la Universidad Laboral, estoy seguro que por mayoría aplastante hubiera salido elegido Gonzalo Fernández, que era líder en gimnasia, lanzamiento de peso y gran jugador de balonmano. Además de un excelente atleta, fue un excepcional compañero. Todavía recuerdo que cogía el autobús en la parada del Bar Playa (Todavía está en pie), pues su familia por herencia de su abuela habían heredado el Hotel Gran Capitán, nombre que tuvo aquél pequeño hotel en el Paseo de la Victoria, antes que inaugurarán él desaparecido Hotel El Gran Capitán que todos conocimos en la Avenida de América.

Escrito por Alfonso Cobo Ortega el 06/05/2019 a las 20:58

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