Mientras escribo estas líneas cae la primera nevada del año sobre los tejados de Brañosera, un pequeño pueblo en la montaña palentina en el que tuve la dicha de nacer y en el que, afortunadamente, sigo viviendo a día de hoy.

    A 1.220 metros de altitud, sobre el circo que originan las laderas de las Sierras de la Braña y la Cebollera, y en la margen izquierda del río Rubagón, tiene una extensión de algo más de 3.000 hectáreas, todas ellas salpicadas por bosques de roble y haya, praderas de finos pastos y cumbres como la del Valdecebollas, que con sus 2.143 m se convierte en mirador privilegiado. La riqueza y diversidad de su fauna –entre la que cabe citar al oso pardo- y flora, han hecho que en la actualidad forme parte del Parque Natural de Fuentes Carrionas y Fuente Cobre.

    Como  muchos otros pueblos de España, Brañosera fue perdiendo población a partir de la segunda mitad del siglo anterior, pasando de los cerca de 2.000 habitantes a poco más de 250 en el día de hoy. Es la cabecera del Ayuntamiento que lleva su nombre y a él también pertenecen Salcedillo, Valberzoso, Orbó y Vallejo de Orbó.

    Pero a pesar del éxodo sufrido, sigue siendo Brañosera un rincón especial, una puerta a la riqueza de la montaña palentina y una forma de ser y vivir que ha perdurado a través del tiempo. No ha perdido su condición ganadera, pero hoy algunos de sus vecinos han apostado por la hostelería y el turismo, convirtiéndose el pueblo en un referente gastronómico donde coinciden gentes venidas de poblaciones y ciudades limítrofes. Salpicada de mesones que ofrecen una rica cocina, y de varios alojamientos rurales, Brañosera bulle durante todo el año haciendo valer el rico patrimonio histórico y natural que alberga.

    Si hay algo que define la arquitectura del pueblo es la piedra arenisca rojiza con la que han sido construidas la mayoría de las casas. Esta piedra ha sido extraída desde tiempos remotos de las canteras de Brañosera y es muy apreciada por su belleza y resistencia, de hecho es reconocida comercialmente en cualquier lugar bajo la denominación Piedra de Brañosera. Muchas construcciones de la comarca, han sido edificadas con esta piedra, siendo una de las señas de identidad de la arquitectura dentro del valle de Santullán.
   
   Paseando por las calles de Brañosera vienen a mi memoria muchos momentos vividos alrededor de las numerosas celebraciones que se viven en el pueblo a lo largo del año. La primera en llegar es el Concejo de Reyes, cuando los vecinos nos reunimos en la casa del Concejo y compartimos mesa para comer chorizo y beber vino, tal y  como se hacía y se hace, para compartir el fruto de la matanza del cerdo.
   
   Desde hace unos pocos años, se ha retomado la celebración de Las Marzas, el último día de febrero los “jóvenes” del pueblo nos reunimos y recorremos el pueblo entonando canciones tradicionales.
   
   Siguen las celebraciones festivas el tercer domingo de junio, con la Misa y posterior comida en el Santuario del Carmen. Después, el primer domingo de agosto, se lleva a cabo la “subida al Valdecebollas” con la que ahora coincide una competición deportiva de carácter nacional y que tiene en la cumbre su línea de llegada.
   
   El 16 de agosto se celebra San Roque, la fiesta mayor del pueblo y a la que, como no podía ser de otra manera, acuden muchos hijos del pueblo con sus familias haciendo estos días sumamente especiales para todos.
   
   Otra de las celebraciones más antiguas de Brañosera es La Borrega, que suele celebrarse durante el puente del Pilar en octubre. Esta tradición consiste en una comida a la que están invitados los empadronados en el pueblo para degustar caldereta de cordero, recordando aquellos días en que los pastores de Extremadura que habían hecho uso de los pastos, estaban obligados a entregar una borrega por cada puerto, al pueblo.

    “La Mojonera” es una fiesta singular en la que vecinos de Brañosera y de Los Redondos, en la Pernía, nos reunimos cada 9 años desde 1575 para verificar que los mojones que dividen sus territorios continúan en su sitio. Después, como muestra de amistad, compartimos conversación y comida.

    Pero sin lugar a dudas, si Brañosera es conocida a muchos niveles es debido a su Fuero, el episodio más relevante en la historia del pueblo y reconocido como un hito en la constitución del municipalismo. Redactado el jueves 13 de octubre del 824 por el impulsor de la repoblación en tierras de Castilla, el conde Munio Núñez, es un texto que recoge las normas por las que debía regirse la vida de las gentes del pueblo y fue redactado antes que cualquier otro documento de este tipo en España. Es por este motivo, por contar con el ordenamiento municipal más antiguo que se conoce, por el que Brañosera es pionera en la administración local y ostenta el primer ayuntamiento de nuestro país.

   Como no podía ser de otra forma, para rememorar la redacción del Fuero y reivindicar tanto su importancia como la de la municipalidad, Brañosera conmemora cada 13 de octubre la “Fiesta de la Exaltación del Fuero”, reuniendo a importantes figuras políticas e historiadores.

    Con ello y haciendo honor a las palabras que mandó escribir en su día el conde Munio Núñez, seguimos adelante con la población de Brañosera buscando ser pueblo vivo y con futuro, no mirando únicamente lo que fuimos, sino fijando nuestro empeño en lo que queremos ser.

    “Sea en el nombre de Dios. Amén. Yo Munio Núñez y mi mujer Argilo, que buscamos el Cielo y recibiendo la merced entre osos y cacerías solemos fomentar poblados, hemos llevado para poblar, a vosotros Valero, Zonio, Cristuévalo y Cervello y a todos vuestros descendientes y os regalamos para poblar, aquel lugar que se llama Braña Osaria, con sus montes, sus ríos, sus fuentes, frutos y valles”……

Escrito por Pedro Otaola Peña el 13/02/2013 a las 09:26

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