Attitudes
“La empatía es la clave de la felicidad y de la conducción inteligente “
La inteligencia emocional nos enseña que el pensamiento racional nunca actúa en solitario. El miedo, la ira, la alegría y la ansiedad viajan a nuestro lado, en el vehículo y en la vida, y debemos aprender a gestionarlos. Pedro Fernandez Berrocal, nos da las claves para hacerlo.
De nada sirve que la razón se adelante si el corazón se queda atrás. Pablo Fernández Berrocal(Málaga 1964), catedrático de Psicología de la Universidad de Málaga, recuerda ésta cita de Baltasar Gracián para introducir el concepto de inteligencia emocional: “No se pueden tomar decisiones racionales sin tener en cuenta las emociones. Y tenemos suerte de que así sea, porque conectamos mejor con los demás y somos más felices. El secreto está en gestionarlas correctamente”. Con este experto en las “Labores del corazón”, que ha participado en Varias Jornadas de Reflexión Attitudes de Audi, hablamos de la naturaleza de las emociones y su influencia en la conducción.
¿La emoción siempre se opone a la razón? En la Sociedad occidental se contraponen emoción y razón. Desde los griegos nos definimos como seres racionales: pienso, luego existo. Descartes nos define como pensantes y así nos gusta percibirnos, como seres que subordinan los sentimientos a la razón. A finales del siglo XX, las investigaciones neurocientíficas desvelan que en el cerebro conviven los dos sistemas , emocional y racional, como resultado del proceso evolutivo.
¿De qué forma lo hacen? Ante un estímulo, el cerebro reacciona primero emocionalmente, a gran velocidad, y segundos después llega el pensamiento racional, más lento, Esto sucede por supervivencia: las emociones son sistemas de adaptación inteligentes a un medio hostil. Por eso, la mayor parte son negativas: miedo, ira, asco, ansiedad… Así estas emociones nos protegen de los peligros. Las positivas, como la alegría, actúan como elementos de cohesión.
Es decir, no podemos tomar decisiones puramente racionales. No existe la razón pura sin emociones. Pero si podemos determinar que estados emocionales son los adecuados para diferentes tipos de tareas y decisiones. Por ejemplo, para fomentar la creatividad no es bueno tener miedo porque se focaliza el problema y se reduce el campo atencional, y la creatividad requiere un pensamiento extenso y divergente Para afrontar una negociación, no hay que estar muy eufórico, porque se sobreestima la propia capacidad y recursos.
¿Qué estado emocional es óptimo para conducir? Para conducir, lo más adecuado es un estado emocional positivo y tranquilo, una alegría reposada y con unos pequeños niveles de ansiedad que evitan la sensación de que se controla el tráfico y así disminuir la atención.
Vivir con empatía
¿La inteligencia emocional seria la herramienta adecuada para regular estos estados? Sí, porque es la capacidad de percibir, expresar, comprender y regular nuestras emociones y las de los demás. La primera tarea de esta inteligencia es conocer la emoción y etiquetarla de manera correcta, en tipo, intensidad y evolución; después, reflexionar sobre la forma en la que se expresa, y por último, las herramientas para influir en este proceso, lo que se denomina emotional labour, que permite regular y gestionar estas sensaciones, Ante las emociones de los demás, este tipo de inteligencia sigue la misma ruta, con el objetivo de influir en el estado del otro en la dirección adecuada.
¿La empatía tiene que ver con la inteligencia emocional? La empatía está vinculada con la comprensión interpersonal de las emociones, con su contagio. Desde que se descubrió la existencia de las neuronas espejo se sabe que el cerebro de una persona es capaz de detectar y reproducir las emociones de los demás de manera automática.
¿Por qué se intensifican las emociones al volante? Precisamente, debido al funcionamiento del mecanismo empático. La conducción intensifica la ira, el miedo o la alegría porque no existe contacto directo con otras personas que actúan como reguladores de las propias emociones. Normalmente, el cerebro está sintonizado con los otros pero en el coche, el vehículo se interpone y este proceso se interrumpe. El conductor se siente en un espacio propio, íntimo y seguro, y las intromisiones pueden ser percibidas como agresiones. La empatía es esencial para una conducción responsable porque somos conscientes de los demás, sentimos lo que sienten y conectamos con ellos.
Los estudios dicen que la emoción más frecuente al volante es la alegría, pero después se sitúa la ira. La alegría de la conducción se liga a la libertad, a la independencia, a la emoción del viaje y al destino de ensueño. Si siempre estuviéramos de vacaciones, no existiría la agresividad al volante. Pero el vehículo se utiliza, sobre todo, como medio para ir y volver del trabajo, rodeado de cientos de conductores que sienten la misma ansiedad y que intentan llegar al mismo sitio que tú en el mínimo tiempo posible. Eso provoca agresividad.
¿Influyen las emociones en los accidentes de tráfico? Sí porque inciden en el rendimiento. La conducción exige precisión y concentración. La sobre carga emocional, ya sea positiva o negativa, interfiere en el sistema de recursos que tiene cada persona para realizar una tarea. Una emoción intensa puede disminuir hasta un 40% del rendimiento al volante.
¿Cuál es la clave de la conducción emocional inteligente? En primer lugar, la autoconciencia, identificar el estado emocional en el que te encuentras cuando te pones al volante, saber cómo te afecta y tener mecanismos para regular su intensidad. Y sobre todo, fomentar la empatía y la cooperación. Cooperando, el ser humano es más productivo, más eficiente, más feliz y, además, tiene menos accidentes y conduce mejor.
Pedro Flores.
Escrito por Pedro Flores de la Huerga el 06/02/2014 a las 19:27
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